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Entradas

Gritos bajo el agua (terror)

  Era una mañana de otoño, cuando dos adolescentes estaban sobre un bote llamado The Shiner, en el lago Carbonara . A pocos metros se encontraba el muelle de madera, áspera y sin pintar. El mayor de ellos intentaba tomarse una fotografía con su teléfono celular para enviársela a la chica que le gustaba, hasta que gritó: —¡Tarado! Remá para otro lado. Me estás mojando —recriminó Matías a su hermano, mientras secaba el aparato refregándolo contra sus jeans. —Estoy aburrido y hace frío —respondió el jovencito—. ¿Por qué no vinimos en verano? No hay nadie aquí. El lago se hallaba en un valle rodeado de montañas. Los pinares comenzaban casi en la orilla y se extendían por las laderas. En una cabaña de madera con techo a dos aguas, cerca del muelle, estaban sus padres, Ema y Luis. Desde el ventanal de la sala podía verse a los hermanos en el bote. Sobre la mesa había un folleto turístico que contaba curiosidades y leyendas del lago. Luis lo arrastró con los dedos entre las tazas y...

El Portal (suspenso - terror)

Muy temprano por la mañana, Jeremías inició el ascenso al monte Punta Blanco . Miró su reloj: seis horas para llegar a la cima y descender por la tarde. Se detuvo unos segundos al pie del monte y tomó un par de fotografías. Las envió a su madre con un mensaje: —Hola mamá. Aún hay nubes cubriendo la cima, pero para cuando llegue estará despejado. Besos. Ajustó los cordones de sus botas y notó que la capellada del pie derecho estaba rayada. Escupió en sus dedos y frotó la zona, con la vana esperanza de repararla. Suspiró, resignado. El monte se erguía como un gigante solitario en medio de una vasta llanura. No formaba parte de ninguna cordillera; simplemente estaba allí, como si la naturaleza se hubiese olvidado de buscarle un sitio más adecuado. Treinta minutos más tarde, Jeremías ya estaba agitado. El camino parecía más una escalera empinada que un sendero de paseo. Se detuvo a recuperar el aliento; aún faltaban unos novecientos metros, según sus cálculos. Tomó el teléfono. Hacía u...

Todavía estoy allí (fantasía)

En ese risco, sudando, con la lanza temblando. Todavía la miro, aunque ya había perdido su amor… para siempre. Cuando cumplí catorce años, no tenía idea de lo qué quería ser. A veces me pregunto si algún día descubriré para qué sirvo. En aquella época, me conformaba con pasar el tiempo con mi mejor amiga: Alis Vaena . Éramos la segunda generación nacida en Lubus , un planeta seco que orbitaba las estrellas dobles de Alfa Centauri . El aire era respirable, pero tenía una textura distinta según me había contado mi abuelo. Nos encantaba recorrer el Desierto de la Muerte : una tierra de arena finísima, color ocre, salpicada de rocas y elevaciones. Desde esas alturas, veíamos cómo los dos soles se ocultaban en el horizonte. Era un espectáculo increíble: los colores desaparecían, y solo podías ver en rojo y negro. Le habíamos puesto ese nombre para añadirle dramatismo, aunque en realidad no es un lugar peligroso… salvo que hiciéramos alguna estupidez. Hace miles de años, el planeta fue habi...

Menú del día - Antología

¡¡¡Hola a todos!!!😊 🎉Participe en la segunda antología editada por  @lorenamkie  " Menú del día " Pueden ver en la fotografía del índice mi cuento MatchYou (página 42).👏 Muchas gracias, por considerar mi historia y felicitaciones a los otros autores por la calidad de sus cuentos. Gracias❤️

Los hombres del mañana (sci-fi)

  Hola,  Tengo el agrado de anunciarles que mi historia de ciencia ficción, Los hombres del mañana ha sido publicada en la Revista Axxón. Comparto el link para que puedan disfrutar de la historia y conocer a otros interesantes autores. https://axxon.com.ar/rev/2025/06/hombres-manana-nicolas-delacarta/ Muchas Gracias Nicolas Delacarta

Evanescencia (Thriller psicológico)

       El cuarto no tenía ventanas; un pequeño tragaluz enrejado cerca del techo era la única entrada de aire cuando la puerta se cerraba. Todo estaba pintado de blanco, excepto la mesa y las sillas, que eran de hierro pintado en gris. Solange estaba sentada allí. A su lado se encontraba la Dra. Rocamora , su abogada, y dos policías que la interrogaban estaban de frente. Mantenía los pies sobre la silla y abrazaba sus piernas. Por momentos miraba a los policías, aunque la mayor parte del tiempo hundía el rostro entre sus rodillas. Su cabello parecía haber sido cortado a tijeretazos, y el azul, el castaño y el amarillo se mezclaban entre sí. Solange, entiendo que es difícil, pero necesitamos que nos cuentes tu versión de los hechos —dijo el policía más viejo, que lucía un armazón de anteojos negros con cristales gruesos, lo que le daba un aspecto cómico. —Recién hablé con Felipe , y él cooperó contando toda la historia —dijo el otro policía, más joven, de piel cetrin...