Era una mañana de otoño, cuando dos adolescentes estaban sobre un bote llamado The Shiner, en el lago Carbonara . A pocos metros se encontraba el muelle de madera, áspera y sin pintar. El mayor de ellos intentaba tomarse una fotografía con su teléfono celular para enviársela a la chica que le gustaba, hasta que gritó: —¡Tarado! Remá para otro lado. Me estás mojando —recriminó Matías a su hermano, mientras secaba el aparato refregándolo contra sus jeans. —Estoy aburrido y hace frío —respondió el jovencito—. ¿Por qué no vinimos en verano? No hay nadie aquí. El lago se hallaba en un valle rodeado de montañas. Los pinares comenzaban casi en la orilla y se extendían por las laderas. En una cabaña de madera con techo a dos aguas, cerca del muelle, estaban sus padres, Ema y Luis. Desde el ventanal de la sala podía verse a los hermanos en el bote. Sobre la mesa había un folleto turístico que contaba curiosidades y leyendas del lago. Luis lo arrastró con los dedos entre las tazas y...
Escritor de ciencia ficción, terror y fantasía.