Reseña: Amin ha quedado huérfano cuando era un niño. Un fenómeno astronómico puede cambiar toda la historia.
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Capítulo I
Astro-soldados vs Evolucionados
Los astro-soldados se mantenían protegidos detrás de su improvisada trinchera de hierros retorcidos y escombros, mientras los relámpagos de los disparos iluminaban sus cuerpos.
Una lluvia de sedimentos incandescentes y chispas caían sobre ellos, a su favor sus trajes eran resistentes a tales exigencias.
Ralph, cerró sus ojos detrás del cristal de su escafandra mientras sujetaba fuertemente su fusil de asalto, era una forma de silenciar la metralla de disparos a sus espaldas. Él cree que no podrá cumplir con su promesa a su familia.
El grupo de astro-soldados no eran más de diez, es lo que quedaba del pelotón de cincuenta hombres. No estaba planeado terminar la misión de esa forma, solo debían custodiar una carga desconocida, pero parece que era muy valiosa para los “evolucionados”.
Ralph, maldijo su suerte. No podía creer que estaba a punto de morir en la emboscada, en una insignificante roca del Cinturón de Asteroides.
—Es imposible enfrentar al enemigo desde esta posición, es un suicidio sin sentido — dijo el sargento al mando y ordeno retirarse.
Sin embargo, los “evolucionados” tenían como objetivo no solo tomar la misteriosa carga, sino exterminar a todo posible testigo.
Los astro-soldados comenzaron a arrastrarse para llegar a un mejor refugio y de allí tomar la nave de escape.
No habían logrado moverse siquiera unos metros cuando un explosivo cae en la trinchera arrasando con todo el equipo de guerreros. Ralph recibe de lleno una esquirla que raja su traje desde la cintura.
Cubrió la pérdida de aire de su traje con las manos, pero era inútil, quería aferrarse a una vida que tenía los segundos contados. Su último acto fue contener todo el aire que pudiera en sus pulmones y enviar por su radio un mensaje. “Te quiero hijo, Papa”. Sabía que era imposible que el mensaje llegará, pero de alguna manera su sentimiento estaría por siempre navegando en algún lugar del espacio.
A miles de kilómetros de allí, en la Tierra, Amin y su mamá, esperaban la comunicación de Ralph para la noche de Navidad, pero jamás llegó. Una semana después confirman que Ralph murió en cumplimiento de su deber.
Capítulo II
El viaje de Amin
Veinticinco años después, la Tierra y sus colonias están sometidas a los "evolucionados". Estos individuos son humanos con modificaciones en sus cuerpos que los hacen más fuertes y veloces, aunque no necesariamente más inteligentes. Para liderarlos, está Maximus. Su política consiste en proponer demandas y, si no son aceptadas, está dispuesto a eliminar a quien sea necesario para lograr sus objetivos.
El poder de Maximus radica en la Piedra Fundamental, que de alguna manera canaliza su energía para cumplir sus deseos. Sin embargo, en los últimos años, se rumorea que la mágica roca ya no responde como antes. Desde la aparición del Cometa de Navidad en el cielo nocturno, la Piedra Fundamental ha dejado de emitir energía.
Amin ya es un adulto y la vida no le ha sonreído. Padece de depresión crónica, lo que le impide tener un trabajo estable y formar una familia. Las cicatrices de su último intento de suicidio aún se están cerrando.
En la ciudad, mientras oscurece, el viento hace flamear las innumerables banderas rojas, estandarte del gobierno, que por ley todos los edificios deben lucir en sus fachadas.
Amin se encuentra en una habitación con luz tenue y sin decoración, con una ventana que da a un pequeño jardín a cielo abierto con una cascada de agua artificial. Solo se escucha el fluir del líquido.
Está a punto de comenzar una terapia alternativa que podría ofrecer respuestas a todos sus males.
— Hola, Amin. Por favor, empecemos desde el principio. Cuéntame tu historia — dice con voz pausada Ashan, el terapeuta.
—No sé por dónde empezar. El año pasado rompimos con mi pareja...
—Desde el principio, Amin, cuando eras un niño. ¿Qué recuerdas? —Ashan lo interrumpe y repite su pedido.
—Es que la Navidad es horrible para mí... —responde Amin con voz quebrada.
—¿Por qué? ¿Qué sucedió? —inquiere Ashan inclinándose hacia él.
—Fue cuando murió papá... —Amin gira su rostro hacia la ventana, mirando las estrellas, y sus ojos se humedecen.
—Pero ¿qué sucedió? Cuéntame todo lo que sepas —insiste Ashan.
—Nunca nos dijeron mucho. Solo que estaba en una patrulla en el Asteroide 5403 y parece ser que estalló una munición —finaliza su relato con voz apática y sin energía.
Ashan queda en silencio unos segundos, mira hacia el suelo, como si estuviera decidiendo el próximo paso, y dice algo que sorprende a Amin.
—Si te dijera que tienes una oportunidad de viajar en el tiempo y volver a ver a tu padre, y puedes decirle lo que quieras y él a ti, ¿aceptarías?
—Sí, pero ¿Cómo podría ser posible? —la mirada de Amin se vuelve hacia Ashan y responde con escepticismo.
—Te contaré una historia —el terapeuta comienza su relato— Desde tiempos inmemorables, el ser humano descubrió el poder místico de los cometas. Gracias a ellos se decidieron guerras, viajes y muchas decisiones importantes. Encomendarse bajo su protección fue muy importante, casi divino.
Ashan se pone de pie y se acerca a la ventana mientras Amin lo sigue con la mirada.
—En este momento, tienes una oportunidad que se da una vez cada cinco siglos. Mira, ¿lo ves allí? El cometa de Navidad —Ashan apunta con su dedo hacia el sector del cielo, donde comienza a surgir el cuerpo celeste con su larga cola.
—No entiendo aún cómo podría ver a mi padre —pregunta Amin aún incrédulo.
—Harás lo siguiente —responde Ashan sin perder tiempo— mantén tu mirada en el cometa, nunca dejes de mirarlo. Inicia la respiración profunda como hemos practicado en las otras sesiones. Sigue mirando y escucha mi voz, solo escucha mi voz —las palabras hipnóticas de Ashan comienzan a hacer efecto y Amin cae en un estado de somnolencia.
—Sube al cometa, móntate sobre él. Tu destino. Asteroide 5403 —continúa hablando Ashan.
Los parpados de Amin se tornan pesados y cierra sus ojos. Su cuerpo físico permanecía en la habitación, pero su cuerpo astral estaba a punto de vivir la más increíble aventura.
Capítulo III
Buscando a Papá
Amin observa cómo se acerca a toda velocidad hacia el cometa, y en un instante, esta sobre su superficie. No era más que una gran roca cubierta de hielo, pero al mirar hacia atrás, podía apreciar la colosal cola que se formaba.
Luego se mira las manos, se toca la cara. ¡He vuelto a ser un niño!, dijo asombrado. Reconoce que está vestido como aquella noche de Navidad y puede volver a tocar la chaqueta roja que tanto le gustaba.
Escucha un fuerte zumbido que sube por sus pies, generado por el cometa cruzando a una velocidad asombrosa el espacio. También percibe un eco, similar a un murmullo. "Te quiero, hijo. Papá. Te quiero, hijo..."
En un segundo, se revela ante Amin la inmensidad del Cinturón de Asteroides, pero la trayectoria del cometa se desvía hacia uno en particular. Al acercarse, ve un conjunto de cavernas y, más adelante, destellos de lo que parecía ser una batalla. Sin perder tiempo, decide lanzarse hacia su superficie.
Los astro-soldados se mantienen protegidos detrás de su improvisada trinchera de hierros retorcidos y escombros, mientras los relámpagos de los disparos iluminaban sus cuerpos.
Ralph cierra los ojos detrás del cristal de su escafandra mientras sujeta su fusil de asalto; era una forma de silenciar la metralla de disparos a sus espaldas.
Al abrirlos, puede observar un cometa que cruza cerca de la órbita del asteroide. Se toma menos de un segundo para admirar su belleza e intentar comprender por qué no sabían nada del cuerpo celeste. Pero sus ojos captan algo que se acerca por detrás, no puede ver quién era, pero resalta el color rojo de su vestimenta.
Ralph comunica al resto de sus compañeros la potencial amenaza y apunta su rifle para disparar. Al observar por la mira telescópica, quedó paralizado. "No es posible", dice.
—¿Qué sucede, Ralph? ¿Qué ves? —preguntan inquietos los miembros del equipo.
Ralph no responde, solo salta de la trinchera y, un poco arrastrándose y otro tanto corriendo, se aproxima a la criatura que se parece a su hijo.
—Papa, soy yo. Papá, soy yo —grita Amin al reconocer a Ralph por su insignia y por su forma de moverse.
Ralph mantiene su rifle apuntando, pero no puede disparar, hasta que Amin logra alcanzarlo y fundirse en un abrazo.
Ralph lo aparta y vuelve a apuntarlo. Su razonamiento no le permite creer en milagros.
—Soy yo, Papá. Vas a morir —Amin no termina de hablar cuando una metralla de disparos que provenían de las espaldas de Ralph lo obliga a arrojarse al piso y proteger el cuerpo de la criatura.
—No eres Amin. Mi hijo está en la Tierra y ¿cómo puedes sobrevivir sin un traje espacial? —grita Ralph y agrega— ¿Quién eres? ¿Por qué haces esto?
Una explosión hace volar la trinchera. Ahora Ralph es el único astro-soldado sobreviviente, y los "evolucionados" avanzan para tomar la carga secreta.
—Quédate aquí, no te muevas —ordena Ralph y parte hacia lo que queda de la trinchera para recuperar el botín que busca el enemigo.
Amin, oculto detrás de las rocas, entiende que nada de lo que ve es real; solo es una representación de su inconsciente o la verdad que de alguna manera mística a llegado a él.
Imagina que se encuentra en los restos de la trinchera, de la misma manera como lo hizo para montar el cometa. Y da resultado; antes de que su padre llegara sorteando los disparos, él ya está allí.
—¿Cómo llegaste aquí? ¿Qué es lo que quieres? —dice Ralph y se zambulle al piso.
—Ya te lo dije, soy yo, Amin. Viajé en el tiempo y espacio para volverte a ver. Estábamos con mamá esperando tu comunicación, pero nunca la recibimos porque hoy mueres —responde el niño, mirando fijamente a los ojos a su padre— Solo quiero decirte que te quiero —Los ojos de Amin se llenan de lágrimas y su voz se quiebra.
Ralph, le cree. No puede entenderlo, pero de alguna forma mágica se está comunicando desde el futuro.
Los "evolucionados" están cada vez más cerca, y Ralph se da cuenta de que la caja que debe proteger se encuentra a los pies de Amin.
—Hijo, estás pisando el motivo por lo que quieren matarnos —dice Ralph desesperado.
Amin mira debajo de él y la ve. Es un pequeño cofre metálico lleno de hollín y golpeado por la explosión. Lo toma con su mano y con la otra la extiende a su padre, diciendo —Ven, papá, vámonos de aquí.
Ralph toma la mano de su hijo. Amin cierra sus ojos e imagina trasladarse a la zona de las cavernas, a unos kilómetros de allí; la había visto cuando estaba acercándose al asteroide.
CAPÍTULO IV
El secreto es revelado
Ralph y Amin, ya lejos de la amenaza, se encuentran a las puertas de una gran caverna.
—Mira papá, el Cometa de Navidad. Ya se está alejando. Cuando desaparezca del cielo, también yo me iré —dijo Amin mientras apunta con su dedo la estela de luz debilitándose.
Ralph mira cómo el cometa ya ha bajado al horizonte y solo queda visible su cola.
—Gracias, hijo, por estar aquí. Dile a mamá que la amo, y a ti también. Nunca olviden eso —dice Ralph mientras toma a Amin de los hombros y lo abraza. No puede evitar llorar, sabiendo que será la última vez que hable con su hijo.
—Papá, antes de irme, veamos qué hay dentro de la caja. Quiero saber por qué mueres —dice Amin desconsolado.
Ralph toma la caja y la abre. Allí encuentran una roca que desprende luz, pero tiene tal intensidad que puede sentirse al tacto, como una especie de energía suprema.
—¡Es la Piedra Fundamental! —exclama Amin— Es el poder con el que gobiernan en el futuro.
—Pero ¿para qué sirve? ¿Cómo la usan? —pregunta Ralph confundido.
—No lo sé muy bien, pero creo que su líder la usa para pedir deseos.
Ralph la toma entre sus manos, y la energía comienza a calentarlas, luego a sus brazos y al resto de su cuerpo. Mira a los ojos de Amin y dice: “Solo quiero volver con ustedes”.
Un fuerte ruido resuena en los oídos de Amin, y abre sus ojos de golpe. Estos han estado llorando, y percibe que las lágrimas han rodado, mojando hasta el cuello. Se refriega los ojos para descubrir que no está en la habitación del terapeuta, ni tampoco se encuentra Ashan.
Estima que su trance haya sido tan profundo que tuvieron que trasladarlo a otra habitación hasta que despierte. Pero al mirar más detenidamente, no se parece en nada a las habitaciones del centro psicológico; es más bien el hogar de alguien. También percibe que está vestido diferente a cuando comenzó la terapia.
Se pone de pie y se acerca a las ventanas. Un silencio absoluto reina en la habitación y fuera de ella.
Con asombro e inquietud, descubre que está al otro lado de la ciudad, en un edificio. Por lo menos, debe encontrarse en un piso más allá del diez. Decide inspeccionar el resto de la casa para entender por qué está allí, pero se detiene y vuelve a mirar por la ventana; algo le llamó la atención.
—¿Qué está pasando aquí? —dice Amin. Los estandartes rojos que decoraban cada edificio de la ciudad no se encuentran.
Al salir de la habitación, recorre un corto pasillo que desemboca en la sala. Allí, sobre una de las paredes, se encuentran una serie de fotos. Él está allí; parece que se dedicó a recorrer muchos lugares.
—¿Yo vivo aquí? —se pregunta Amin, preocupado por si está padeciendo una situación de pérdida de memoria.
Al otro lado de la sala, titila la luz de un teléfono. Un mensaje espera ser escuchado. Amin se aproxima y presiona el botón, y la grabación reproduce una vibrante voz masculina.
—Hola, Amin, te esperamos para cenar esta noche de Navidad. Te queremos, mamá y papá.