En ese risco, sudando, con la lanza temblando. Todavía la miro, aunque ya había perdido su amor… para siempre. Cuando cumplí catorce años, no tenía idea de lo qué quería ser. A veces me pregunto si algún día descubriré para qué sirvo. En aquella época, me conformaba con pasar el tiempo con mi mejor amiga: Alis Vaena. Éramos la segunda generación nacida en Lubus, un planeta seco que orbitaba las estrellas dobles de Alfa Centauri. El aire era respirable, pero tenía una textura distinta según me había contado mi abuelo. Nos encantaba recorrer el Desierto de la Muerte: una tierra de arena finísima, color ocre, salpicada de rocas y elevaciones. Desde esas alturas, veíamos cómo los dos soles se ocultaban en el horizonte. Era un espectáculo increíble: los colores desaparecían, y solo podías ver en rojo y negro. Le habíamos puesto ese nombre para añadirle dramatismo, aunque en realidad no es un lugar peligroso… salvo que hiciéramos alguna estupidez. Hace miles de años, el planeta fue habitado...
Nicolas Delacarta
Escritor de ciencia ficción, terror y fantasía.