Observo el cielo nocturno desde hace tres días, igual que millones de personas fascinadas por este evento sin precedentes. Sin embargo, en mi interior, esta maravilla celestial resuena con una historia de mi juventud que me provoca un escalofrío aterrador. En 1955, con mi recién obtenido título de Licenciado en Ciencias Matemáticas, me encontraba trabajando en el Observatorio Astronómico de La Plata, como asistente del Dr. Carlos Jaschek. Mi tarea era calcular los modelos matemáticos de las órbitas de diversos astros, en base a las observaciones efectuadas. Desde la ventana de mi improvisada oficina, un rincón abarrotado de enseres, divisaba el parque que circundaba el observatorio y, más allá de los árboles, la cúpula del edificio universitario. Era una mañana soleada de septiembre, y había abierto la ventana para ventilar el ambiente cargado por la humedad de los papeles y carpetas que me rodeaban. El Dr. Jaschek era de esos tipos distinguidos, que vestían prendas a la moda europea. ...
Escritor de ciencia ficción, terror y fantasía.